¿Dónde está el chantaje?

QUERER COMERCIAR NO ES CHANTAJE EXIGIR FAVORES A CAMBIO DE DINERO SÍ LO ES AUNQUE PODRÍA DARSELE UN NOMBRE AÚN PEOR

Con exagerado malestar fue recibida la noticia de que el presidente argentino Nestor Kirschner aceptaba mediar ante su colega paraguayo para el restablecimiento del comercio entre nuestro país y China. Exagerado malestar de una escasa minoría de los paraguayos. Una minoría que respondiendo a su billetera nuevamente hizo caso omiso a la conciencia colectiva del país. La gestión reconciliatoria de Kirschner ya había tenido un antecedente en otro intento similar del primer mandatario brasileño Da Silva, que también se pretendió etiquetar como intromisión en los asuntos internos del país.

Nada más ridículo que semejante razonamiento:

1. Pretender formar parte de un bloque regional de países y al mismo tiempo considerar como intromisión una gestión oficiosa que intenta integrar al Paraguay a una alianza estratégica en la cual el resto del bloque ya se ha integrado;

2. Pretender definir como asunto interno de un país su relacionamiento internacional.

Paraguay forma parte del Mercosur y pese a que todos los demás países obtienen extraordinarios beneficios económicos de su sociedad estratégica con China, continúa siendo el único que renuncia a tales ventajas, en sacrificio de su propio desarrollo, a cambio de donaciones y ayudas de Taiwán.

Podría decirse con cierta propiedad que las donaciones y préstamos obtenidos o solicitados de Taipei son amistosos, pero es necio afirmar que dichas ayudas son generosas.

Los cuentos chinos de Taipei

Los regalos de Taipei encubren un gran perjuicio a nuestra economía, a nuestra sociedad y a nuestro desarrollo. Un perjuicio que se inicia desde el momento en que Taipei comercia abiertamente con Beijin, al mismo tiempo que nos exige a nosotros los paraguayos- no hacerlo. Y como corolario de dicha lealtad, terminamos comprando la producción china, previa intermediación de Taiwan, con un sobrecosto para nuestros precios y un notorio rédito a las arcas de los intermediarios taiwaneses. Lucro mediante, dejan de ser tan generosas y amistosas las donaciones y los prestamos de Taipei.

Paraguay está renunciando a exportarle a China, pero, peor aún, estamos despreciando las mutuas inversiones de capital y rechazando el gigantesco paso que sería incorporar tecnología china a nuestra malherida agricultura y a nuestra rezagada industria. Paraguay está renunciando a

cruzar la puerta hacia el futuro; estamos quedando atrás.

Frente a realidades tan monumentales, se tornan ridículos los argumentos cortina de humo como por ejemplo el famoso asunto del voto paraguayo en la ONU. ¿Qué importancia tiene el voto paraguayo: un voto, cuando Beijin cuenta con el apoyo de 166 países contra solo 26 de Taipei? ¿Qué importancia tiene un voto más o menos, cuando la República Popular China es reconocida por la ONU y Taiwán no?

La diferencia de propuestas y de actitudes es demasiado grande: China ofrece a Paraguay un trato comercial sincero, equitativo y duradero, en cambio Taiwán nos está chantajeando ¿o sobornando?- para obtener ganancias a costa del sufrimiento del pueblo paraguayo. Por nuestra parte, no hay mucha diferencia entre la actitud actual del gobierno asunceno y la despreciable conducta del votante que vende su cédula de identidad por unos cuantos miles de guaraníes.

La diferencia continúa creciendo cuando comprendemos que una sociedad estratégica con China popular (inversiones de capital + incorporación de tecnología + valor agregado a los productos agrícolas + mercado) nos permitiría salir del estancamiento, convertirnos en productor-exportador, y lograr nuestro ansiado desarrollo. Se trataría de una alianza económica, tecnológica y comercial con la nación que liderará el mundo económico del siglo XXI.

 

Cinco mil años de garantía

Hay quienes en su ceguera pretenden visualizar que la relación con Taiwán será duradera, en tanto que la relación con China sólo tienen visos de fugacidad. La relación con Taiwán durará, con suerte, mientras esta isla continúe existiendo como gobierno autónomo , y el propio mandatario de Taipei ha reconocido que siguen abiertas las posibilidades de una pronta reunificación con la República Popular.

Por otro lado, sólo 26 naciones siguen prestando su lealtad a Taipei, todas ellas subdesarrolladas, y algunas que no pasan de ser pequeños islotes perdidos en el océano. Ninguna de estas naciones aliadas está en condiciones de asegurar la supervivencia de Taiwán, que vive más bien de sus exportaciones a Estados Unidos y a la propia China. Los dos principales sustentadores económicos de Taiwán no reconocen a la isla como Estado independiente: Washington pregona que debe volver a integrarse al continente y China, pacientemente, espera la reintegración voluntaria de la provincia rebelde a su patria original.

Pese a una reciente publicación local que hablaba de la soberanía de Taiwán, esta nación nunca se ha proclamado independiente de China, sino que, más allá de la rebeldía original, siempre ha hablado de reunificación. Como si esto fuera poco, el partido Kuomintang el mismo que huyendo vencido por el ejercito popular se autoexilió en Formosa en los años 50, símbolo de la rebelión taiwanesa fue recientemente derrotado en las urnas por la propia oposición taiwanesa.

Todo esto es conocido tanto por Taiwán como por Paraguay. Ambos gobiernos saben que al pueblo paraguayo le conviene mucho más el comercio con la creciente y próspera China que la amistad extorsiva que ofrece Taiwán. Ese es el motivo por el cual Taipei permanentemente se encuentra predispuesta a hacer millonarios préstamos , o a efectuar donaciones con dudosa finalidad social, que en realidad solo pretenden distraer y confundir la opinión pública, cuando en realidad solo complacen a algunos sectores -nada distraídos- de la clase política paraguaya.

Y… ¿dónde está el chantaje?

Así y todo, un puñado de neo-ideólogos de la soberanía paraguaya alzan sus voces de protesta y publican costosas páginas de prensa reclamando intromisión, injerencia, intereses políticos e indignante chantaje , cuando en realidad otro chantaje pre-existente es el que inclusive paga los costos de publicación .

Se habla de chantaje cuando el gobierno de Beijin recurre a países amigos para reanudar una amistad conveniente a ambas partes, pero nadie parece reconocer intenciones extorsivas en el

grave hecho de manipular nuestro comercio exterior para beneficio de Taiwán. Si el gobierno chino debe recurrir a la intermediación de los presidentes de Argentina y Brasil, es simplemente porque Paraguay no permite el desembarco de ningún chino rojo en Asunción, trato irrespetuoso que incluye desde los más simples agricultores hasta el propio presidente Hu-Jintao. En cambio, los paraguayos que llegan a China son tratados con todo respeto y consideración como

cualquier otro honorable extranjero.

Para colmo de males, aun cuando tras recibir semejante humillación muy poco coherente con nuestra Constitución y nuestra tradición cristiana – intentan hacernos llegar sus mensajes conciliatorios, no a través de un embajador sino por intermedio de dos presidentes amigos nuestros, hay quienes pretenden ver en dicha actitud un indignante chantaje.

Querer relacionarse con una nación amistosa no es chantaje. Chantaje es exigir favores a cambio de dinero, aunque también podría dársele nombres mucho peores: soborno, prostitución, etc. Taiwán dice que romperá relaciones con Paraguay si el gobierno de Asunción abre una oficina comercial china en nuestro país. ¿Y por qué el gobierno de Taipei no aplica la misma regla con su propio comercio y deja de comprar de China continental? Eso, más que chantaje, parece una burla.

China existe como nación hace más de 5.000 años. Ya existía mucho antes de que los españoles descubrieran América, antes de que Paraguay naciera, y antes de que el Kuomintang se fugara a la isla de Formosa. Y seguirá existiendo.

Lo que deberíamos preguntarnos es:

· ¿Qué haremos nosotros cuando la provincia rebelde se reconcilie con su país natural y ya no nos necesiten más?

· ¿Qué haremos cuando los taiwaneses nos digan que ya no podemos recibir donaciones como tampoco comerciar con la gran nación china?

· ¿Cómo explicaremos tamaña torpeza a nuestros hijos dentro de diez o veinte años?

¿Entenderán que hubo gobernantes tan ciegos o solo interesados en su provecho personal?